lunes, 12 de abril de 2010

He aquí el hombre, con nosotros

LA HORA DEL HOMBRE
(fragmento)
por: Jorge Dávila Vásquez

Texto de presentación del libro ECCE HOMO II,
Jueves, 8 de abril, 2010, 17:00
Auditorio César Dávila Andrade, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación
Universidad Estatal de Cuenca,
Cuenca, Ecuador


Con el libro ECCE HOMO II, que presentamos en esta tarde, el poeta quiteño Cristian Avecillas, nacido en 1977, se hizo acreedor, en 2008, al premio único del VI Concurso “César Dávila Andrade”, que convoca el Encuentro sobre Literatura Ecuatoriana “Alfonso Carrasco Vintimilla”, organizado por esta querida Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación.

Previas a una panorámica del poemario, he aquí dos constataciones:

Primera, el escritor pertenece a ese conjunto de creadores treinta añeros, cuyo trabajo literario está en plena etapa productiva, que constituyen ya una nueva generación o grupo humano, que comparte ciertas afinidades estéticas y humanas, y que significa el relevo de la que podríamos llamar la generación del setenta, integrada por aquellos escritores que nos dimos a conocer en los primeros años de la década o cuando ésta mediaba.

Segunda, los autores de este período cuentan no solo con una serie de reconocimientos, algunos de carácter internacional, sino también con importantes publicaciones que constituyen el nuevo patrimonio literario del Ecuador de hoy.

Esto subraya que el importante concurso “Dávila Andrade” -digno colofón del mayor de los simposios sobre nuestras letras que se dan periódicamente en el país- ha reconocido en ésta y en oportunidades anteriores, producciones que tienen un sitio en el contexto literario ecuatoriano y cuyos autores se constituyen en nombres claves dentro del panorama de nuestras letras.

Centrándonos en el libro de Avecillas, lo primero que llama la atención es su unicidad y calidad homogénea de sus composiciones. No se trata de una antología, que reúne algunas piezas de calidad y otras, menores, sino de un libro concebido con un sentido globalizante, como un todo, con un profundo y parejo desarrollo de las composiciones y un parecido aliento lírico en la mayoría de piezas.

El poeta -generador de textos teatrales, ensayísticos y de una vasta investigación sobre la personalidad de Edmundo Ribadeneira, uno de los gestores culturales más trascendentes de su tiempo- divide su poemario en cuatro secciones, que responden a subtítulos latinos, que se podrían traducir más o menos como: El hombre antecesor, el prosaico, el dramático y el poético. (...)

Como ustedes habrán podido apreciar, se trata de una categorización arbitrariamente poética, pero que abarca la humanidad entera en sus relaciones interpersonales, cifradas, especialmente, en los vínculos de pareja, y sus contactos, de larga data histórica, con el verbo y con el cosmos; y el estupendo conjunto de visiones de un hombre que es muchos y al mismo tiempo uno solo, elaborado con una fuerza que, a ratos, nos remite a los textos genésicos de la Biblia; con una intensa vitalidad y una estupenda orfebrería del lenguaje, como las que se perciben en cada uno de los ejemplos citados, o en estos versos con los que cierro este breve abordaje:

“¿Sentirá la tierra en este instante que tu cuerpo está iniciando una poesía? / ¿Sentirá la tierra tus instintos?”

Esto es poesía, y no admite más palabras, porque ya en ella, lo que toca a su tema, está perfectamente dicho, como en toda obra notable, que se construye desde las canteras del saber, de las más intensas tradiciones de la palabra, del cuerpo, y de los sueños.

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